Se trata de una enfermedad rara, que afecta a una
persona de cada 200.000, cuya principal manifestacion clínica es que los
enfermos que la padecen desprenden un
fuerte olor a pescado podrido,
fenómeno que se acentúa al transpirar y al ingerir alimentos ricos en colina.
Se produce debido a un error cóngenito del metabolismo por
un fallo en el sistema oxidante de la trimetilamina del hígado, que
permite que esta enzima volátil, con un desagradable olor, pase a la sangre,
las secreciones, el aliento y la orina.
La enfermedad también se conoce
como enzimopatía trimetitaminemia o trimetitaminuria.
El único tratamiento de este raro síndrome, de momento, es un control en la dieta evitando todos los
alimentos que contengan trimetilamina. Los yogures y zumos minimizan el mal
olor.
El sindrome del olor a pescado
podrido fue descrito por vez primera en 1970.
Se han diagnosticado unos 200 casos en todo el mundo, y formalmente se debe a
un efecto en la oxidacion hepatica de la trimetilamina en trimetilamina
N-oxido.
El mal olor corporal produce graves problemas psicológicos como consecuencia del rechazo social al que se ven sometidos los pacientes con esta enfermedad.
Las personas que padecen este mal tardan una media de entre 5 y 10 años en consultar su problema, pues desconocen que se trata de una enfermedad catalogada como tal. La mayoría de los enfermos son reacios a visitar al médico por miedo a que el mal olor sea atribuido a una falta de higiene, y la demora en el diagnóstico se achaca también al desconocimiento médico aunque, si la enfermedad comienza en el primer año de vida, los padres aseguran que el niño 'no huele a bebé'.
El mal olor corporal produce graves problemas psicológicos como consecuencia del rechazo social al que se ven sometidos los pacientes con esta enfermedad.
Las personas que padecen este mal tardan una media de entre 5 y 10 años en consultar su problema, pues desconocen que se trata de una enfermedad catalogada como tal. La mayoría de los enfermos son reacios a visitar al médico por miedo a que el mal olor sea atribuido a una falta de higiene, y la demora en el diagnóstico se achaca también al desconocimiento médico aunque, si la enfermedad comienza en el primer año de vida, los padres aseguran que el niño 'no huele a bebé'.
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